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sábado, junio 29, 2013

La salvadora octogenaria contra las cucarachas del mal

 Hace casi tres años que vivo en la casa de mi abuela, ya que, cuando mi abuelo murió, no quería estar sola.
 Cuando me mudé ahí, en la habitación que yo quería (que es la que tengo aún) había un enorme escritorio de esos que pesan más de doscientos kilos y son de metal puro, nada de aluminio y esas mariconadas. Como no pudimos sacar el escritorio por la puerta (pagaría miles de pesos por saber cómo mierda lo metieron) decidí que se quedara en la habitación. Sobre el escritorio puse un mueble de madera donde acomodaba mis libros.
 En la cocina (que está frente a mi cuarto) se comenzó a hacer una plaga de cucarachas y, cuando se fumigó la cocina, muchas de las sobrevivientes fueron a dar a mi cuarto. 
 Las cucarachas hicieron nidos dentro del escritorio. No hubiera habido ningún problema, ya que podríamos abrir los cajones y fumigar igual que la cocina, pero claro que hubo problema, y uno grande. 
 Hace más de 30 años que el escritorio no había sido abierto y nadie sabía donde estaba la llave. Cada vez que alguien se encontraba un manojo de llaves, iba a revisar si se podía abrir el escritorio.
 Ese viejo escritorio había pertenecido a un hijo de mi abuelo, y ahí guardaba todos sus documentos y libros de medicina (es doctor), pero también, mi abuela creía que ahí guardaba sus revistar pornográficas. 
 Volviendo al tema de las cucarachas; No importaba cuanto Raid se les ponía por fuera o cuanto "líquido fumigador" se les ponía, ellas siempre sobrevivían y se seguían reproduciendo.
 Las cucarachas no eran pequeñas, eran de esas cucarachas grandes, tan grandes como el dedo gordo de alguien que mide 2 metros.
 Un día, hace ya casi una semana llamamos al cerrajero, ya que, el problema que creíamos pequeño, había crecido enormidades. Cuando el cerrajero abrió el escritorio no vimos nada, ni una sola. 
 Comenzamos a sacar (mi abuela y yo) toda la pornografía y documentos de su hijastro hasta que, en un sólo cajón, lo encontramos. El nido era enorme y había al rededor de cincuenta cucarachas (sin temor a equivocarme). 
 No le tengo miedo a las cucarachas, pero les tengo un asco que te cagas, así que, al ver eso me dieron ganas de vomitar y salí del cuarto. Después de que se calmaran mis ganas de vomitar regresé y vi en el piso a más de veinte cucarachas muertas y en el cajón, todas las demás también estaban muertas.
 No sabía cómo, en menos de cinco minutos, mi abuela se las había jodido a todas, ya que con un sólo Raid, no creía que lo hubiera logrado. Me dijo que sólo había echado en el nido, y que las que estaban en el suelo, las había matado pisándolas.
 Nunca me sentí tan aliviado de ver tanta muerte y, esa noche, me masturbé como un dios en el cuarto impregnado de Raid y H24.
 Quizá no sea la historia más graciosa de todas, pero es la más verídica y extraña que cualquiera te podría contar. 
 Aún me estoy preguntando ¿Cómo hizo mi abuela para matar más de veinte cucarachas a pisotones en menos de cinco minutos?

 Eso es todo por hoy, muy pronto regresaré con una entrada cómica a la que la gente está acostumbrada ya. Gracias por leer, si te gustó comparte, y si no, también, hasta la próxima. 

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